martes, 11 de septiembre de 2012

entrar o no caber

érase una puerta que tenía dos hojas. las dos hojas tenían más o menos las mismas dimensiones. de las dos hojas sólo una estaba abierta, con lo que el acceso era escaso para la avalancha de personas entrando. estas personas van ataviadas con diferentes elementos abultados: mochilas, bolsita de la merienda, una madre, alguna abuela voluminosa......si además muchas de estas personas se quedaban nada más franquear dicha media entrada así haciendo tapón, la cosa se ponía muy jodida. primer tramo superado, ups! el segundo era la misma historia que se repetía y así desde hace tiempo y por mucho tiempo más me temo. creo que el problema está en la mente (medio cerebro sólo en funcionamiento; el otro se lo reservan para no desgastarlo) y no en las puertas. por la tarde, a la hora de la salida, volvía a ocurrir lo mismo....

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