domingo, 21 de agosto de 2011

pobres de los inodoros

en no se cuál de los múltiples rincones con forma de caracola que pueblan nuestro cerebro se guardan los sabores y también los olores. mi abuelo pescaba ranas que luego comíamos cocinadas por las manos de mi abuela. ese sabor es recuerdo y no vuelve ya. tampoco el de unos muslos de pollo que me hacía a mí, sólo a mí, las tardes/noches de los domingos. ayer apareció un olor de repente. montamos una tienda de campaña vieja en el jardín y cuando tuve que entrar a sujetar el mástil, aspiré uno de los olores que creo que también me acompañarán siempre. era plástico encerrado, era campo, eran briznas secas,incluso algún mosquito fosilizado aportó lo suyo...era un recuerdo de los muchos que rellenan las múltiples caracolas del cerebro y que me gustó mucho recuperar.

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