fue justo un año después que lavó la funda del cojín que robó para su hijo. una fundita blanca, con su anagrama y todo; a modo de recuerdo, se dijo. y como fue el último cojín que le hizo más mullido el viaje de avión, sólo el viaje de ida, ella decidió metérselo en la mochila. a su regreso se lo entregó a su hijo (que era su sobrino) para que lo tuviera con él como un acompañante que el recuerdo no pudiera borrar del todo. los recuerdos tienen por costumbre difuminar las cosas, pulirlas, adornarlas a nuestro gusto; el papel que este cojín tiene asignado es que esos recuerdos lo tengan más difícil a la hora de usar la goma de borrar.
jueves, 14 de enero de 2021
iberia
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