vuelvo a confirmar mis sospechas. para leer mucho y bien, tengo que estar pasando alguna enfermedad, ya sea ésta floja o fuerte; ha de ser, eso sí, una que te haga estar sentado mucho tiempo seguido y que cualquier intento de salir del sillón o la cama supongan una heroicidad. no me gustan las enfermedades pero a veces con un pequeño tirón en las lumbares, que si te mueves veas las estrellas, es suficiente para dedicar tiempo a lo que de otra manera sólo hago antes de dormir, y claro, me duermo.
jueves, 14 de enero de 2021
maladie
inmersión
según aguanto la cuchara sumergida, para que nada emerja, veo que ascienden lentamente, muy lentamente unas mini burbujas. una, otra, tres. muy pequeñas, muy espaciadas entre sí. algo estoy consiguiendo -me digo-. cuando ya son unas cinco o seis burbujas, decido sacar a la superficie la cuchara. definitivamente me han salido muy duras estas galletas.
iberia
fue justo un año después que lavó la funda del cojín que robó para su hijo. una fundita blanca, con su anagrama y todo; a modo de recuerdo, se dijo. y como fue el último cojín que le hizo más mullido el viaje de avión, sólo el viaje de ida, ella decidió metérselo en la mochila. a su regreso se lo entregó a su hijo (que era su sobrino) para que lo tuviera con él como un acompañante que el recuerdo no pudiera borrar del todo. los recuerdos tienen por costumbre difuminar las cosas, pulirlas, adornarlas a nuestro gusto; el papel que este cojín tiene asignado es que esos recuerdos lo tengan más difícil a la hora de usar la goma de borrar.